Si, a mi me gustan que los planes se cumplan pero, desgraciadamente, no ha sido el caso de hoy.
En todo proceso de aprendizaje es necesario enfrentarse al sufrimiento de lo incontrolado, lo imprevisto.
El plan de hoy debía concretarse en acompañar al padre de la familia cristiana de Jerusalén a hacer la compra. Algo aparentemente banal que, aquí, no lo es en absoluto. Se trataba de introducirse con esta persona en la red de relaciones sociales del barrio cristiano (como puede verse del anterior post), ver la amplitud de su mundo de consumo diario, analizar la capacidad de mezcla con los contextos cerrados vecinos (barrios musulmán, judío, armenio).
Un buen plan que se fue al traste al ponerse enfermo este hombre. Su mujer, que me informó del tema, no sugirió la posibilidad si quiera de que fuese con otro miembro de la familia a la compra, cuestión que por otra parte tendría sin duda menos interés (dado el grado de preponderancia del hombre en estos ambientes).
Así que hice de tripas corazón y aproveché para ir a organizar el trabajo del día anterior y preparar mi ida a Belén del lunes.
Digo bien, organizar el trabajo del día siguiente porque, como ya sabemos, la era digital comporta la necesidad de hacer multitud de tareas en el ordenador (convertir a dng, copias de seguridad, etc.).
También aproveché para hacer fotografías de contexto del barrio cristiano:
y, como no, una nueva visita al Santo Sepulcro. Hoy lleno de turistas y peregrinos.